La ciudad vista

Beatriz Sarlo
biblioteca beatriz sarlo
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A lo largo de varios años, Beatriz Sarlo recorrió la ciudad tomando fotos de aquellos lugares y personas que revelaban una mutación significativa en la vida urbana. A partir de esas imágenes, La ciudad vista muestra el Buenos Aires que se fue configurando en las últimas décadas sobre el fondo de las transformaciones que marcaron el país. Las estampas son diversas, elocuentes, y van trazando un itinerario personal y atípico del Buenos Aires actual: la feria boliviana de Liniers y las fiestas de San Cayetano, el santuario de la Virgen de Copacabana en el Barrio Charrúa, los paseantes de fin de semana en Parque Avellaneda, los bares y las vidrieras de Palermo, los vendedores de San Telmo, los cursos de idiomas y las casas de culto en Koreatown, las construcciones de Puerto Madero. La ciudad real, dice la autora, está atravesada por el desorden y la imperfección: por ella circulan las mercancías, en la superficie impecable del shopping y en los puestos ambulantes en la calle; los migrantes, hoy bolivianos, peruanos o coreanos, como antes italianos o españoles; los nuevos pobres arrastrados por una crisis que se agudizó a partir de los noventa, los turistas extranjeros a la caza de lo pintoresco. Sarlo busca también las ciudades imaginadas, representaciones de la ciudad real, recortes arbitrarios o sueños urbanos, y las encuentra en la literatura de Borges, de Arlt y de los que escriben ya en el siglo XXI, en las obras de arte, en las guías turísticas, en la cíber-ciudad que ofrece la tecnología digital. Del conjunto surge una versión de Buenos Aires que dialoga con la mirada de sus habitantes, de las crónicas rojas, de los poetas, narradores y artistas. Este ensayo lúcido y original confirma a Beatriz Sarlo en la mejor tradición de la crítica cultural, ese espacio en el que se pueden pensar las vías que elige transitar una sociedad.

Tiempo pasado

Beatriz Sarlo
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$16,990

Para enriquecer la discusión Beatriz Sarlo interviene en el debate sobre la historia reciente y señala las simplificaciones y los lugares comunes que la "industria cultural de la memoria" provoca al exaltar lo testimonial. Convencida de que es más importante entender que recordar -aunque para entender sea preciso, también, recordar- la autora reivindica, en cambio, el valor de la reflexión teórica y la discusión de ideas. En América Latina, el terrorismo de Estado hizo estragos: secuestro y desaparición de personas, exilios forzados, tortura y persecución política. Si aceptamos que la integridad de un individuo y de una nación depende de la memoria, es imposible frenar la acción persistente del pasado en el presente. ¿Cómo forjar entonces la memoria colectiva sin acelerar los duelos y sin autoengaños groseros? Durante la reconstrucción democrática las víctimas tuvieron la palabra para dar testimonio del sufrimiento infligido por el Estado terrorista, y sus relatos, configurados como terribles autobiografías, funcionaron como prueba. Sarlo explora los límites de este relato subjetivo y ofrece, en cambio, una propuesta superadora.