Lila Caimari
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La vida en el archivo
Lila Caimarimínima
Cuando una historiadora o un historiador publica una obra, tendemos a imaginarla como resultado de operaciones analíticas que incluyen la lectura de bibliografía, la puesta a prueba de avances parciales en congresos de expertos (que permiten refinar las hipótesis o el método) y laboriosos procesos de escritura y reescritura. Pero también podemos preguntarnos por una zona de su oficio que el libro terminado no suele dejar a la vista: los meses (o años) pasados en bibliotecas, hemerotecas, reparticiones públicas que guardan fondos documentales, materiales en variable estado de conservación que hablan los lenguajes del pasado. La vida en el archivo confirma que esa faceta más primaria, azarosa y "sucia" del trabajo del investigador se juega en el contacto físico y virtual con libros, revistas, diarios, formularios de otras épocas. Esa tarea artesanal está hecha de tanteos y aproximaciones (¿dónde conseguir los números que faltan de ese magazine policial?, ¿y si finalmente hay que comprarlos por Mercado Libre?), imprescindibles estrategias de acceso (¿cómo ganarse el favor del archivero para que el material siga ahí, a mano, mañana?), padecimientos cotidianos (¿y si esa colección por la que tanto se luchó permanece "muda" y resulta que se perdió un tiempo precioso?, ¿podremos descifrar los trazos casi ilegibles en esas cartas que parecían decisivas?). Estas páginas registran entre la crónica, el ensayo y el diario personal una experiencia hecha de rutinas, pequeñas o grandes frustraciones y peripecias deliciosas, que a veces llevan a momentos de "iluminación súbita", como los llama Carlo Ginzburg. Con humor, con destreza de narradora que comenta sólo lo que conoce muy a fondo, Lila Caimari capta esa etapa de la investigación en que "la" obra no existe todavía, muchos rumbos son posibles y todo parece inestable. Construye así un libro inspirador, heterodoxo, capaz de revelarnos la parte menos conocida de la labor académica e intelectual.
Apenas un delincuente
Lila Caimarihistoria y cultura
Apenas un delincuente estudia la historia del castigo administrado por el estado moderno sobre el criminal entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del XX. Su análisis se desarrolla en dos perspectivas: la de los saberes e instituciones y la de la sociedad que mira o imagina el padecimiento del criminal castigado. La figura de la prisión está en el centro de esta pesquisa. Escenario de interacción entre teorías, tecnologías, burocracias, actores dominantes y subordinados, es también un lugar oculto, invisible a los ojos sociales, y por eso sujeto a las representaciones producidas por terceros. Lila Caimari indaga en el ámbito de quienes definieron y procuraron materializar modernos instrumentos de disciplina y control social: juristas, médicos, criminólogos y demás figuras asociadas al proceso de modernización punitiva del cambio de siglo. Parte de suponer que la teoría científica del delincuente es maleable, reconstruye las diversas refracciones de las ideas en las instituciones. Enfoca luego al ciudadano que, desprovisto de un interés personal en el tema, se interroga sobre el criminal y el sufrimiento de su pena. La prensa sensacionalista le permite a la autora identificar rasgos de la sociedad con el otro que circula por sus márgenes, y con el estado que toma a su cargo las medidas para disciplinarlo, castigarlo, eliminarlo. Este libro revela la complejidad que encubre la cuestión criminal, a la vez que revisa categorías, discursos y herramientas sociales que entre 1880 y 1955, en la sociedad argentina, han pretendido discernir entre delincuentes y gente honrada.
Mientras la ciudad duerme
Lila Caimarihistoria y cultura
Mientras la ciudad duerme es un ensayo sobre la cuestión del orden en la Buenos Aires de las décadas de 1920 y 1930. En plena expansión demográfica y urbana, modernizándose rápidamente, la ciudad exhibe los frutos de la movilidad social, pero también sus límites y puntas disonantes. Lila Caimari reconstruye los extraordinarios cambios de la época a partir de dos puntos de observación. Por un lado,la crónica del crimen, jalonada por persecuciones, tiroteos y fugas vertiginosas, a la manera de la historieta de aventuras. Por el otro, los archivos de la policía porteña, que permiten observarlas mutaciones del delito y también las de la ciudad. Al incursionar en el universo de la Policía de la Capital (futura Policía Federal), este ensayo observa a los agentes que dicen conocer como nadie lo que ocurre en las calles, que documentan lo grande y lo nimio, que informan sobre la circulación entre la ciudad y su entorno. Historia del delito e historia desde el delito, el libro sigue la ruta de los pistoleros "modernos", aquellos que munidos de armas y autos se esfumaban de la escena del crimen "como en el cinematógrafo". Y se interesa también en el punto de vista del "vigilante de la esquina", aquel que permite inferir cómo se organiza un orden callejero, cómo operan las tecnologías estatales de percepción del desorden, cuán porosas son las fronteras entre lo legal y lo ilegal.