Abogada (U. Javeriana), magíster en Derecho Constitucional (UP) y posgrado en Bibliotecología (UCES). Docente e investigadora en UdeSA y UTDT. Ha sido profesora invitada de universidades en América y Europa. Es “experta país” para América Latina de las bases de datos de NYU y FLG y consultora permanente para bibliotecas en los cinco continentes. Ha publicado trabajos en la Argentina y Latinoamérica. Sus contribuciones en inglés han sido publicadas por Cambridge University Press, University of Moscow y NYU. Trabaja en la Defensoría General de la Nación.

Entra una paciente, sale una denuncia

Gloria Orrego-Hoyos
derecho y política serie nuevos feminismos
$19,990
¿Se puede hacer una denuncia policial contra una paciente que acude al hospital buscando ayuda médica en una emergencia (por ejemplo, con un aborto en curso) porque alguien entiende que esa paciente cometió un delito? No, dice la ley. No, ratificó la Corte Suprema. No, establecen los tratados internacionales a los que la Argentina reconoce rango constitucional. Sin embargo, como demuestra este libro con una contundencia que impacta, se hace. De muchos hospitales salen las denuncias en flagrante violación del secreto médico, que toman cuerpo en distintas instancias judiciales sin que nadie detenga ese delito, e incluso llegan a condenas y encarcelaciones. En ese verdadero engranaje se combinan la escasa formación de los médicos y abogados sobre el tema, sus temores, las condiciones de trabajo en los hospitales y en los tribunales, y la intervención militante de la Iglesia católica en los centros de salud. Durante su investigación, las autoras de Dicen que tuve un bebé el libro que descorrió el velo sobre la criminalización de mujeres por eventos obstétricos en la Argentina realizaron más de cien entrevistas en todo el país, recorrieron hospitales, revisaron planes de estudio de las carreras de Medicina y Derecho, miraron expedientes. Y devuelven aquí un retrato minucioso del proceso de violación del secreto médico que puede extrapolarse a otros países de la región e incluso a otros grupos sociales usualmente violentados, como las personas migrantes o el colectivo LGBTTIQ+. Entre la rigurosa investigación académica y el activismo jurídico un enfoque que está renovando el ejercicio del derecho, del que las autoras son parte, este libro viene a subrayar una constatación que no puede dejarnos indiferentes: para atender el problema de la salud sexual y reproductiva no basta con ampliar la cobertura de servicios, ni con sensibilizar a las mujeres para que asistan a la consulta médica. Además, es clave prestar atención a las formas en que el sistema las recibe cuando ellas se acercan a pedir ayuda.

Dicen que tuve un bebé

Gloria Orrego-Hoyos
singular
$14,590

Yamila tuvo un aborto espontáneo en el baño de su casa. Fue condenada a nueve años de prisión. Paloma, violada en un barrio de San Fernando, tuvo a su bebé en el baño de la casa de sus tíos y lo creyó muerto. La condenaron a seis años y ocho meses de prisión. Gimena está presa en una cárcel de Salta, cumpliendo diez años después de haber dado a luz en una letrina. Eliana está detenida en San Juan, con una condena de prisión perpetua tras haber quedado embarazada producto de una violación y haber tenido el parto en el fondo de su casa. Inés fue condenada a ocho años por un hecho similar. También Rosalía, que hoy cumple prisión domiciliaria. Patricia, condenada por el "homicidio" de su bebé prematuro, murió en la cárcel. Este libro toma los casos de estas siete mujeres para sacar a la luz una realidad silenciada: en la Argentina también hay mujeres perseguidas penalmente y privadas de su libertad tras haber atravesado abortos espontáneos, partos prematuros o en los que los bebés nacieron sin vida. No es algo que sucede solo en otros países. Y a pocas personas les importa. Mientras la pelea por la legalización del aborto continúa, es hora de que estas historias, y tantas como ellas que permanecen invisibles, sean una causa más en las agendas feministas y de la sociedad toda, para que nunca más un embarazo, su interrupción o un parto sean considerados un delito. La clave para entender por qué eso sigue sucediendo está en un sistema penal que se ensaña con particular violencia contra estas mujeres. Empieza por caratular sus causas con delitos inexistentes en el Código Penal, como "aborto seguido de homicidio", "aborto espontáneo" u "homicidio contra bebé varón", y sigue con maltratos en el hospital, la comisaría y la prisión, prejuicios sobre su falta de "instinto maternal", pericias psicológicas y pruebas exculpatorias que los tribunales no consideran, testimonios que no escuchan, violaciones que se pasan por alto como si no hubieran existido, beneficios en la cárcel que se les niegan. Al reconstruir los laberintos personales y judiciales que recorrieron las protagonistas de estas historias, las autoras de este libro encuentran que estas condenas "ejemplificadoras" tienen detrás un elemento estructural: un mandato persistente sobre la forma correcta de la maternidad que estas mujeres no cumplen. Su vulnerabilidad las condena: en vez de brindarles cuidado y protección, el Estado les devuelve la intrusión obsesiva del sistema penal en sus vidas.