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¿Por qué preferimos no ver la inseguridad?
Marcelo Sainsingular
Si la inseguridad es el fantasma o el hecho más temido, y constantemente acapara la atención de los medios, ¿cómo podríamos no verla? Sin embargo, esa extrema visibilidad es engañosa. Como uno de los máximos expertos en temas de seguridad, Marcelo Sain sostiene que la cuestión está mal planteada por los gobernantes (tanto progresistas como conservadores), los periodistas especializados y la academia, y que esto alimenta lugares comunes y mitos inútiles. Aunque hay un consenso extendido sobre la complicidad de la policía con el crimen organizado, nos dejamos llevar por los oportunistas que claman por más uniformados, patrulleros, motos, helicópteros, videocámaras y armamento letal, cuando no por una reforma de las normas penales. Pero tanto los políticos como la sociedad civil saben que sólo se trata de fuegos de artificio que preservan el statu quo y los negocios y que, a lo sumo, tranquilizan por un rato. Sistematizando información sobre casos de violencia o denuncias resonantes, Sain va más allá de la crónica policial y traza un panorama preciso y claro del problema. Interroga la evidencia que aportan los expedientes judiciales a partir de hipótesis implacables. En la Argentina, no hay emprendimiento criminal de cierta envergadura que no cuente con el aval de la policía, en la cual los gobiernos delegan la gestión de la inseguridad. Por efecto de un doble pacto delincuentes y policías en función de la recaudación, policías y políticos en pos de una gobernabilidad tranquila, el Estado regula el delito, integrando una verdadera asociación ilícita que no sólo libera zonas, sino que apoya a ciertas bandas en detrimento de otras, eliminando competidores, sembrando pistas falsas y desviando investigaciones, condicionando a jueces y fiscales. Sin tecnicismos y con enorme solvencia narrativa y conceptual, Por qué preferimos no ver la inseguridad (aunque digamos lo contrario) llega al fondo de un tema que parece omnipresente pero que se encuentra extrañamente soterrado. Y propone vías realistas y factibles para desarmar los circuitos de estatalidad ilegal que hoy prosperan, a fin de que el crimen, en el mejor de los casos, se "privatice" y se fragmente.
Qué hacer con las drogas
Juan Gabriel Tokatliansingular
Cuando los políticos con responsabilidades de gobierno hablan de narcotráfico, es común que propongan la prohibición total, la panacea de una sociedad libre de drogas ilegales. En este marco, recurren a discursos y promesas punitivas, que consistirían en más "mano dura" o directamente en la militarización de la cruzada antinarcóticos. Atento sobre todo a la situación de América Latina y la Argentina, y analizando evidencia confiable del plano internacional, Juan Gabriel Tokatlian dice de entrada que esa meta es no sólo inalcanzable sino peligrosa, que se asienta en un diagnóstico errado y en información sorprendentemente parcial, y que la política coercitiva que se sustenta en esas ideas ha fracasado en todas partes, dañando los derechos de los más vulnerables, dilapidando recursos públicos y, lo que es peor, demorando el debate sobre una estrategia alternativa. Entre la sobreactuación de los políticos por su pánico a perder dividendos electorales, y la indiferencia o la desmesura de la opinión pública, se agitan fantasmas sin verdadero asidero la colombianización, la mexicanización, mientras se insiste en las tácticas represivas que no conducen a nada. Tokatlian, un experto con amplísimo reconocimiento académico que ha seguido el tema durante décadas con una coherencia infrecuente, repasa la lógica del régimen prohibicionista y propone repensar todo, resignando el efectismo grandilocuente e ineficaz y apostando a reformas graduales y sostenibles. La contención, la formulación de regulaciones especiales según la sustancia de que se trate, no es sinónimo de derrota, sino signo de realismo. Sólo un Estado fortalecido, que saque el tema del ámbito penal para reubicarlo donde de verdad corresponde (la salud y la educación de los sectores vulnerables, el control del lavado de activos, la vigilancia de toda la cadena productiva desde la demanda hasta la oferta), estará en condiciones de acotar a su mínima expresión el crimen organizado. Con una prosa clara y argumentos contundentes, este libro es un aporte sustancial al debate público, porque asumir batallas (contra las drogas, contra el terrorismo) y convocar guerreros para causas perdidas sólo aumenta el costo en vidas humanas sin resolver el problema de fondo.