Mario Wainfeld nació en Buenos Aires en 1948. Es abogado, recibido en la UBA, y ejerció esa profesión durante más de veinticinco años. En la década de los noventa se fue volcando al periodismo: se incorporó a Página/12 como colaborador, pasó a ser editor de Política en 1997 y actualmente es columnista. Define al diario como “mi hogar”. Periodístico, aclara. Cursó estudios de posgrado en ciencias políticas.

Ejerció, y cada tanto ejerce, la docencia en las universidades de Buenos Aires, Lomas de Zamora, San Martín, El Salvador. Militó en el peronismo, en su Renovación, en el Frente Grande. Dirigió el Programa Cultural en Barrios de la municipalidad porteña y fue asesor de la Secretaría de Cultura entre julio de 1989 y diciembre de 1990.

Condujo los programas Mario de Palermo, en Radio de la Ciudad, y En algo nos parecemos y Gente de a pie, en Radio Nacional (este último entre 2010 y 2018). En televisión, participó como columnista de El Destape y Duro de Domar. Integró, desde su inicio, el equipo de la revista-libro Unidos, creada por Carlos “Chacho” Álvarez, y la dirigió desde 1989. Editó varios libros y revistas, y colaboró en volúmenes colectivos.

Estallidos argentinos

Mario Wainfeld
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En 2017, la Corte Suprema –cinco jueces solitarios que apenas se hablan entre sí– votó el 2 × 1 a represores. La sociedad, indignada, se movilizó masivamente y dio vuelta ese fallo. Ese mismo año, “murieron” Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, en medio de una escalada represiva de Gendarmería y Prefectura, que el gobierno de Cambiemos avala hasta hoy. De nuevo, las movilizaciones se hicieron sentir. El 19 de diciembre de 2001 De la Rúa impuso el estado de sitio; nadie lo tomó en serio y, por el contrario, la amenaza funcionó como acicate para que la gente saliera a la calle y enfrentara al gobierno. Poco tiempo después, en una semana con cuatro feriados artificiales, el fugaz presidente Rodríguez Saá suspendió épicamente el pago de la deuda externa y prometió crear un millón de puestos de trabajo. Un video con sonido de fritura registra su renuncia pocos días después. ¿Qué dicen de la Argentina estos hechos? ¿Que somos excepcionales en la región? ¿Que somos insumisos? Dicen, ante todo, cómo hacemos política y cómo resistimos en un país que parece vivir, con demasiada frecuencia, al borde del abismo, en equilibrio precario. Con una mirada atravesada por el humor y la ironía, capaz de devolverle a la política la complejidad que merece, Mario Wainfeld pone el foco en esos momentos en que todo pudo estallar y volar por los aires, y a veces estalló. Elige diez episodios representativos de la historia reciente, situaciones límite o encrucijadas que confirman que el pueblo argentino sabe rebelarse, copar el espacio público pacífica y eficazmente, y que la violencia es monopolio de los gobiernos y las fuerzas de seguridad. Reconstruyendo con pinceladas imperdibles acontecimientos de la calle y del Palacio –esa cápsula en la que se encierran los funcionarios–, Mario Wainfeld compone un retrato revelador de la política criolla. Si en la Argentina –y el presente no nos desmiente– solemos sentir que todo tambalea, Estallidos argentinos nos trae las claves que necesitábamos para entender el buen y el mal gobierno y la vitalidad plebeya de nuestra sociedad.

Kirchner, el tipo que supo

Mario Wainfeld
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Néstor Kirchner fue un animal político descomunal y complejo, que marcó un antes y un después en la historia argentina tanto para los partidarios como para los detractores. Mario Wainfeld se mete en la cabeza de ese hombre para reconstruir, como nadie lo hizo hasta ahora, la forma en que se gestó el proyecto kirchnerista y el camino recorrido hasta el presente. Kirchner, el tipo que supo es el relato de nuestro pasado reciente según la mirada de uno de los columnistas políticos más lúcidos y originales. Wainfeld recupera conversaciones francas con Néstor Kirchner –de militante a militante, de periodista a presidente– y también con su entorno más cercano, y cuenta, con prosa aguda y honesta, la Realpolitik, la cotidianidad de un presidente, mostrando cómo se toman decisiones cuando se controlan muy pocas variables y el riesgo es altísimo. Desnuda así, con su sagacidad habitual para atravesar la superficie de los hechos, las iniciativas más importantes de los últimos años. Pero además de repasar y revisar con visión crítica el núcleo de un proyecto que supo generar fervor popular y enconos virulentos, Wainfeld nos propone pensar el más reciente cambio de pantalla, con el kirchnerismo fuera del poder, porque en la disputa por la resignificación de doce años de gobierno se juega también el rumbo del futuro.