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El amor por la literatura en tiempos de algoritmos
Hernán Vanolicrisis
¿Por qué preferimos no ver la inseguridad?
Marcelo Sainsingular
Si la inseguridad es el fantasma o el hecho más temido, y constantemente acapara la atención de los medios, ¿cómo podríamos no verla? Sin embargo, esa extrema visibilidad es engañosa. Como uno de los máximos expertos en temas de seguridad, Marcelo Sain sostiene que la cuestión está mal planteada por los gobernantes (tanto progresistas como conservadores), los periodistas especializados y la academia, y que esto alimenta lugares comunes y mitos inútiles. Aunque hay un consenso extendido sobre la complicidad de la policía con el crimen organizado, nos dejamos llevar por los oportunistas que claman por más uniformados, patrulleros, motos, helicópteros, videocámaras y armamento letal, cuando no por una reforma de las normas penales. Pero tanto los políticos como la sociedad civil saben que sólo se trata de fuegos de artificio que preservan el statu quo y los negocios y que, a lo sumo, tranquilizan por un rato. Sistematizando información sobre casos de violencia o denuncias resonantes, Sain va más allá de la crónica policial y traza un panorama preciso y claro del problema. Interroga la evidencia que aportan los expedientes judiciales a partir de hipótesis implacables. En la Argentina, no hay emprendimiento criminal de cierta envergadura que no cuente con el aval de la policía, en la cual los gobiernos delegan la gestión de la inseguridad. Por efecto de un doble pacto delincuentes y policías en función de la recaudación, policías y políticos en pos de una gobernabilidad tranquila, el Estado regula el delito, integrando una verdadera asociación ilícita que no sólo libera zonas, sino que apoya a ciertas bandas en detrimento de otras, eliminando competidores, sembrando pistas falsas y desviando investigaciones, condicionando a jueces y fiscales. Sin tecnicismos y con enorme solvencia narrativa y conceptual, Por qué preferimos no ver la inseguridad (aunque digamos lo contrario) llega al fondo de un tema que parece omnipresente pero que se encuentra extrañamente soterrado. Y propone vías realistas y factibles para desarmar los circuitos de estatalidad ilegal que hoy prosperan, a fin de que el crimen, en el mejor de los casos, se "privatice" y se fragmente.
Cartas a quien pretende enseñar
Paulo Freirebiblioteca clásica
Historia de la sexualidad 1
Michel Foucaultbiblioteca clásica
El proyecto más ambicioso de Michel Foucault se dedica en su primer volumen a definir el régimen de poder-saber-placer que sostiene el discurso sobre la sexualidad humana y a mostrar que el poder opera mediante la producción discursiva de la sexualidad y de los sujetos de "naturaleza sexual". Así, abordar la sexualidad como experiencia históricamente singular requiere desentrañar los saberes que a ella se refieren, bucear en los sistemas de poder que regulan su práctica y, sobre todo, comprender las formas según las cuales los individuos se conciben y se declaran como sujetos de esa sexualidad. "El punto esencial no es saber si al sexo se le dice sí o no, si se castigan o no las palabras que lo designan, sino determinar en qué formas, a través de qué canales, deslizándose a lo largo de qué discursos llega el poder hasta las conductas más tenues y más individuales, qué caminos le permiten alcanzar las formas infrecuentes o apenas perceptibles del deseo, cómo infiltra y controla el placer cotidiano.
La educación como práctica de la libertad
Paulo Freirebiblioteca clásica
En esta obra, que Siglo XXI incluye en su Biblioteca Clásica de Siglo Veintiuno, Freire sostiene que la educación de las masas es el desafío fundamental de los países en desarrollo, que necesitan de una educación liberada de todos los rasgos alienantes, que se constituya en el motor del cambio social y construya una pedagogía "para la libertad". El autor, uno de los pedagogos más importantes del siglo XX, considera que dentro de las condiciones históricas de la sociedad, es indispensable una amplia concienciación de las masas a través de una educación que les permita reflexionar sobre su espacio y su tiempo. A la vez que está convencido de que la elevación del pensamiento del individuo, "que suele llamarse, apresuradamente, politización", comienza exactamente con esta autorreflexión que lo lleva a profundizar su toma de conciencia y, sobre todo, a transformar su inserción en la historia, ya no como espectador, sino como actor y autor. La pedagogía de Paulo Freire es, por excelencia, una "pedagogía del oprimido", que no postula modelos de adaptación ni de transición de nuestras sociedades, sino de ruptura, de cambio y de transformación total. La alfabetización y, por consiguiente toda la tarea de educar, sólo será auténticamente humanista en la medida en que procure la integración del individuo a su realidad nacional, en la medida en que pueda gestar en el educando un proceso de recreación, de búsqueda, de independencia y, a la vez, de solidaridad.